¿Hay alguien ahí?

Todos conocemos por lo menos un mito urbano acerca de la tabla Ouija. ¿Es cierto que este juego abre las puerta del más allá?

La pusimos sobre la mesa y prendimos unas velas. Éramos tres en total. Dos jugaríamos y el otro tomaría apuntes para leer el mensaje final.

“Pilas, ahora todos tienen que concentrarse. Toca dejar pasar un rato y luego ponemos una mano sobre el trípode para comenzar a preguntar”, dijo Diana, la encargada de dirigir la sesión y la más experimentada en el tema.

Nueve de la noche. Por la hora, el trípode debía apuntar a la luna. Nadie parecía asustado, pero a diferencia de Diana ninguno había visto una tabla Ouija en su vida.

“Relajados, acá no pasa nada. Una vez yo jugué esto en una casa súper vieja y ahí sí que da miedo”, comentó con una seguridad contagiosa.

Lo que uno piense antes de jugar con la Ouija afecta mucho, sobre todo si se tienen prejuicios. No es un secreto: sentarse alrededor de algo que se va a mover solo predispone a cualquiera. El ambiente también ayuda bastante en esto. Un cementerio, una casa abandonada y el lugar en donde mataron a alguien suelen ser los lugares predilectos para los aficionados al juego. Sin embargo, también pueden ser los principales enemigos de quienes de verdad se la creen completa.

Encendimos un incienso. Estábamos listos. “Venga, ¿y qué tal que hagamos contacto con alguien y luego quede libre por ahí?” preguntó preocupado el que había prestado la casa para jugar. “Yo he escuchado historias así…”. Diana sin mirarlo respondió: “Fresco que si el juego se cierra no pasa nada…”.

“Bueno, ojo con hacer ‘trampa’ –advirtió Diana–. Si alguien mueve la mano, se siente. Esto se tiene que mover solo”. Diana creía firmemente en la efectividad de la Ouija. No sabía si eran los muertos, los espantos o la misma mente la que hacía el trabajo, pero que funcionaba, funcionaba.

Según Parker Brothers, la marca que compró los derechos para su fabricación en 1966, el juego se reduce al poder mental, y ángeles, demonios o fantasmas no tienen nada que ver en él. De todos modos, hasta historias con extraterrestres se han inventado y no falta el que le dé por contar que invocó a Simón Bolívar o a Napoleón para hacerle preguntas.

La ciencia apoya la versión de la marca. Según el investigador Paco Azorín, miembro de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas y varias veces entrevistado en documentales de Discovery Channel, mediante la tabla Ouija nunca se hace contacto con seres que no sean de este planeta. La telepatía, la telequinesis o la psicofonía explican el movimiento, las respuestas y los posibles ruidos que se producen durante una sesión. El subconsciente es el protagonista del asunto.

“¿Hay alguien ahí…?”, preguntó Diana. Nada se movió. Diana volvió a preguntar. El silencio era total en el apartamento. “Dinos si estás ahí…”, volvió a preguntar concentrada. Los demás permanecíamos a la expectativa. Según ella, una bruja le había enseñado a utilizar la tabla, pero nunca antes a dirigir una sesión. En la tarde nos había contado que su ‘maestra’ tenía un rezo que servía de preámbulo para empezar. Sin embargo, ella no se lo sabía y tampoco le gustaría aprendérselo.

Actos de magia negra y brujería son asociados con la Ouija. Basta con entrar a internet para encontrarse con todo tipo de sitios que advierten sobre el riesgo de abrirle una puerta a Satanás. Y quizás no sea descabellado tenerle respeto. En las ciudades y pueblos es posible encontrarse con personas que emplean la Ouija para hacer “trabajos”. En este caso, la Ouija deja de ser un juego para convertirse en la herramienta de un médium.

Para el Padre Jaime Vélez Correa, investigador de la Universidad Javeriana y una autoridad en temas como exorcismo y cuestiones paranormales, la Ouija es solamente una imitación de una sesión de espiritismo en donde “el trabajo lo hace el inconsciente colectivo”. Advierte, eso sí, que “jugar con esto puede ser una ‘bomba de tiempo’ porque no todo el mundo está preparado psicológicamente para hacerlo”.

Brujería o fenómeno parapsicológico, la tabla Ouija no es maligna por sí sola. En ambos casos estamos hablando de la mente humana y es a ella a la que deberíamos tener cuidado.

“Bueno, ¿pero a hay alguien ahí?”, dijo el dueño de la casa. “Hombre, cállate, que te tiras todo… –protestó Diana–. No es nadie en específico. No se vayan a imaginar espíritus ni nada por el estilo. Simplemente se hace esa pregunta como para comenzar todo. No se ‘envideen’…”.

Todos nos concentramos nuevamente. Pasaron un par de minutos y Diana cerró los ojos. Inexplicablemente, el trípode comenzó a desplazarse lentamente hacia el sí. ¿Sería ella quien lo estaba moviendo? ¿Qué vendría ahora? No se escuchaba nada… Quizás ambos queríamos que la tabla señalara sí. Sí, sí… De pronto el objeto se detuvo. Se alcanzó a mover un par de centímetros. Eran las nueve y media. La tabla no se volvió a mover.

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